Análisis de ponencia: Seguros de la agricultura

Por segurosaldia.com febrero 3, 2009 12:43

Los seguros de la agricultura merecen un capítulo aparte, así como se dispuso en la misma Ley de Seguros. Además, el tema toma relevancia a causa de las prolongadas sequías que actualmente sufre el país.

En esta oportunidad se analiza la ponencia expuesta por Felipe F. Aguirre plasmada en el libro correspondiente a la X Conferencia Internacional de Derecho de Seguros organizado por AIDA en octubre de 2008.

Los seguros de la agricultura merecen tratar separadamente dos aspectos diferenciales: los confines del interés asegurable y los seguros sujetos a indicadores meteorológicos.

La actividad agrícola representa un fenómeno complejo para las aseguradoras y reaseguradoras. Esto se debe a las numerosas causas de riesgo como ser: acontecimientos climáticos, agentes biológicos, recursos naturales, riesgos de mercado, riesgos financieros, factor humano, entre tantos otros.

Naturalmente, cada riesgo merece un grado distinto de complejidad para la técnica aseguradora. Por ejemplo, la caída de granizo es un hecho ajeno a la intervención el hombre. Y por lo general afecta a zonas delimitadas, causando daños más precisos, con la consiguiente facilidad de determinar las causales.

Sin embargo, riesgos como heladas, sequías, enfermedades y plagas, implican mayores dificultades a la técnica aseguradora, y a su vez, una menor aceptación por parte de las reaseguradoras. Asimismo, cuanto más amplio es el elenco de riesgos asegurados, más compleja resultará la tarea de puntualizar la causalidad del evento perjudicial ocurrido, y a su vez, más difícil neutralizar los siniestros acontecidos por parte del asegurador.

El mercado agrícola argentino se ha dado a llamar, por Roberts y Dick, como “fábricas sin techo”. Y es que los importantes adelantos genéticos y tecnológicos han contribuido al crecimiento del sector. Además, es cada vez más frecuente la explotación de tierras por arrendatarios (el 65% de los granos se origina a partir de productores que emplean campos arrendados). Este fenómeno contribuye a la irrupción de grandes pools de siembra, en Argentina como en Brasil.

Con respecto a los seguros agrícolas, Halperin ha dicho “pueden referirse a cualquier riesgo que pueda dañar la explotación en determinada etapa o momento”. Tanto es así, que como muestra de ello, el seguro de granizo tiene la peculiaridad de permitir una indemnización al asegurado por una cosecha que tal vez no hubiera llegado a buen fin. Pero esta cualidad forma parte de la incertidumbre del contrato de seguro.

A efectos de aceptar la cobertura y establecer los límites de la misma, es necesario que el asegurador realice una inspección previa a fin de verificar las zonas y establecimientos donde se implantarán los cultivos.

Llegado el caso de ocurrencia del siniestro, será el liquidador quien establecerá la extensión de los perjuicios y verificará si el evento esta previsto en el contrato de seguro.

No obstante, se han comenzado a implementar otras modalidades en la mecánica de los seguros de agricultura. En tal sentido, se ha comprobado que constatar caso por caso conlleva altos gastos administrativos. Entonces cuando el asegurador brindó la cobertura a un determinado “rendimiento”, éste deberá ser constatado al momento de la cosecha. De esta forma, sus cálculos no se verán afectados por errores de cálculo o el azar moral.

Aguirre expresa “En los seguros sujetos a indicadores (indexes), la procedencia y mensura de la prestación a cargo del asegurador no sigue la forma tradicional. El hecho que hace nacer a favor del asegurado la obligación dineraria a cargo del asegurador es la evolución de indicadores…según los términos del contrato de seguro, cuando los indicadores o eventos climáticos persisten por un determinado período de tiempo…”.

Los indicadores se pueden referir a datos pluviométricos, por ejemplo. Así, estarán comprendidos otros asegurados de la misma zona geográfica y cuya cobertura se rija por el mismo indicador o parámetro.

Los indicadores son de distinta naturaleza. Por un lado se encuentran los parámetros meteorológicos, principalmente aquellos datos de pluviometría o temperatura; y por el otro, pueden basarse en los precios de mercado de los productos agrícolas.

Como conclusión, se evidencia la ventaja de los seguros basados en indicadores, por la considerable economía de gastos administrativos, de verificación y liquidación de los daños. Para esto, es imprescindible la elaboración de historiales sólidos de experiencias siniestrales por regiones agrícolas, consolidada por el transcurso de los años, a fin de contar con indicadores fidedignos.

Este tipo de seguros (aquellos basados en indicadores) resultan adecuados para eventos climáticos en áreas amplias como ser las sequías que se están sufriendo en nuestro país al día de la fecha. Empero, no sería apropiado utilizar esta modalidad para eventos en terrenos limitados, como el caso del granizo.

Con todo, surge la pregunta: ¿Podría emplearse la modalidad de seguros basados en indicadores meteorológicos o símiles en Argentina? La respuesta vendría a ser positiva en tanto se tomarán los recaudos necesarios.

En definitiva, debería ampliarse el interés asegurable en los seguros de agricultura no solamente sobre los cultivos, sino también a los intereses que versen sobre la explotación agrícola. Y sobre todo, es preciso partir de una sólida y detallada experiencia actuarial, con indicadores no susceptibles de ser manipulados.

A pesar de todo, el asegurador debiera mantener la facultad de verificar el siniestro en los casos más particulares.

Constanza Paulos

Por segurosaldia.com febrero 3, 2009 12:43
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